martes, 31 de marzo de 2009

Odio el fútbol

Por Álvaro de Campos

No sabría explicar bien qué hago aquí. No me gusta el fútbol. Aunque debo puntualizar: no me interesa nada de lo que sucede en ese terruño opaco que son los clubes. Me parecen cortijos de un hedor siniestro. Si despojamos este deporte del velo épico de un partido, de un once contra once, lo que queda es un fondo de reptiles, una fumata oscura en la que se abren paso familias de caimanes dispuestos a todo con tal de lograr ese poder monumental que es la presidencia de ciertos equipos. Despreciables estrategias conspiratorias. Feudos inquietantes. Fieras perfumadas. Modales catastróficos. Para muchos, después del fútbol está el vacío. Esa galaxia está congestionada de empresarios, filibusteros de la banca, prestamistas, déspotas y demás recua del paisaje de los negocios. Un asco.

Es de suponer que a la vez, el deporte y su zoológico inconcreto es capaz de hacer felices a millones de seres en el mundo. Y ese placer iguala al hombre por la base. No estoy con ellos. La felicidad también es el espacio donde lo inmoral justifica el absurdo.

Son muchas las horas de calle que uno vive con sus mejores amigos, los que aquí condensan su fervor, su casi misticismo, su fe redonda por un mundo que me resulta ajeno, extraño, áspero, hueco. Los observo con curiosidad científica: sus taquicardias, su testosterona a propulsión, sus análisis matemáticos de tal o cual puntapié, su nervio, su exhibicionismo. Incluso hablan de poesía y emoción. Entonces sospecho que entiendo menos. No alzanzo la intensidad de su éxtasis. Es la sublimación del espectáculo masivo. Algo que detesto.

No descarto ser expulsado de esta aventura que hoy arranca. Intentaré que no suceda. No tendría ningún mérito. Aunque para empezar me tienen gastando suela por la banda. Y ahí se acumulan muchos demonios, psicopatías incontrolables. Por eso este rincón será, en adelante, el apunte de un desplazado. El fútbol no me da igual. Lo detesto con rigor, con conciencia, con sentido de causa. Soy tan atento para lo que amo como para mis odios. Y voy a intentar explicarme aquí cómo. Por qué. Aún no lo tengo claro.

No hay comentarios:

Publicar un comentario